Siham, la novia siria


Siham Mfarej es una mujer siria que vice desde hace 22 años en Majdal Shams, en pleno Golán ocupado. Es natural de Damasco, pero cuando tenía 20 años y estudiaba magisterio en la universidad conoció a un muchacho del Golán, se enamoraron, se casaron y se instalaron en Majdal Shams, Desde entonces no ha podido volver a Siria.


Su historia parece extraída de una de esas películas románticas en las que la protagonista renuncia a todo (su familia, sus amigos, su vida...) por amor. Es similar a la que narra la película “La novia siria”, cuya protagonista cruza la frontera del Golán ocupado hacia Siria para contraer matrimonio con un hombre sirio, renunciando para siempre al hacerlo a la posibilidad de retornar a su villa natal. La situación de Siham es paralela, pero en sentido inverso.
La suya sería una hermosa historia de amor si no fuera por lo absurdo de la situación política: la razón de que Siham no pueda volver a Siria, donde vive toda su familia, es que la legislación israelí como norma general no permite a las mujeres que viven en el Golán ocupado viajar al país vecino. Ni siquiera si, como en el caso de Siham, son naturales de él pero están casadas en el Golán (tengan o no la ciudadanía israelí). Únicamente los hombres pueden viajar, previa solicitud y permiso correspondiente, aunque en ocasiones se permite también a mujeres jóvenes obtener un permiso especial para cursar estudios en Damasco. La mayor de los cuatro hijos de Siham ha obtenido uno de estos permisos, gracias a lo cual ha podido conocer por fin a su familia materna.
En Majdal Shams, Siham ha formado su propia familia y tiene muy buenos amigos, pero eso no impide que a sus 42 años eche en falta a sus hermanos y hermanas y a las amistades de la infancia y que se sienta “extraña a veces”.
Cuando Siham decidió casarse y venir a Majdal Shams, lo hizo sabiendo las implicaciones que ese hecho tenía, pero a la vez con el convencimiento y la esperanza de que un día, pronto, la situación política cambiaría. Hoy, 22 años después, mantiene la esperanza de poder volver a pisar su país, Siria y reencontrarse con su familia. Esa esperanza es “lo único que le ayuda a seguir adelante”. Pero en el entretanto, su padre ha muerto sin que ella pudiera acudir a su lado durante su enfermedad, ni tampoco a darle el último adiós. Como ella misma dice, “no hay derecho a que me separen de mi familia”.
Al preguntarle si siente odio hacia los Gobiernos y las personas que permiten que la ocupación se mantenga, Siham responde que “odia a todos los gobiernos, incluidos los de los países árabes”, pero no a las ciudadanías ya que “las personas son víctimas de la situación”. Afirma también que “hay que hacer algo para aliviar el sufrimiento de la gente” y que “la gente en Europa puede hacer algo para cambiar la situación” presionando a sus gobiernos para que den “pasos efectivos con el gobierno israelí”.
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Destrucción en los altos
Antes de la ocupación, en los Altos del Golán vivían aproximadamente 138.000 personas sirias repartidas en 312 comunidades. En 1967, Israel quema pueblos enteros, arrasa campos de cultivo y realiza deportaciones masivas y violentas que expulsan a 131.000 personas hacia Siria, quedando únicamente en la zona unas 7.000 repartidas en seis pueblos en la zona más al norte del Golán.
Completada la “limpieza”, en 1967 Israel declaró el Golán como zona cerrada militar y dicta una orden militar que prohibía a las personas sirias regresar a sus hogares bajo pena de 15 años de cárcel o deportación.
Desde 1967 Israel impone restricciones muy estrictas a los movimientos de las personas sirias que habitan esta zona ocupada, obstaculizando enormemente sus vidas e impidiéndoles mantener relaciones normales con familiares al otro lado de la línea de ocupación.


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